En 1949 Clément
Mathieu, profesor de música en paro, empieza a trabajar como vigilante en un
internado de reeducación de menores. Especialmente represivo, el sistema de
educación del director Rachin apenas logra mantener la autoridad sobre los
alumnos difíciles. En sus esfuerzos por acercarse a ellos, Mathieu descubre que
la música les atrae poderosamente y se entrega a la tarea de familiarizarlos
con la magia del canto, al tiempo que va transformando sus vidas para siempre.
Valoro esta película con un 8.
Opinión personal: Esta película me
ha puesto la piel de gallina en varias ocasiones. La recomiendo a todo el mundo
y en especial a los amantes de la música y la educación, la verdadera
educación. Clément Mathieu no es un simple vigilante ya que realiza las tareas
propias de un educador social. Mathieu confía en los chicos, no cómo el
director que ice “Ésta gente no tiene
remedio” y trabaja siguiendo el método acción – reacción (castigo) como
podréis observar cuando veáis la película. Una película que nos muestra un
trabajo caracterizado por la confianza, la constancia, el optimismo y sobretodo
el poder de la educación.
Actualmente los menores tutelados aún están estigmatizados
por algunas personas y es triste escuchar frases como “No tienen remedio, de
mayores serán unos delincuentes…” o “Sí, que los encierren ya que son conflictivos”.
Cada menor es un mundo y no todos los menores que están en un CRAE es porqué
sus actos son conflictivos, hay niños y niñas que están allí porqué su familia ha
sido negligente o el menor ha recibido malos tratos. En definitiva, la
educación es el motor de cambio de la sociedad.
Y para terminar
os dejo una frase de Mathieu: “Jamás
digas jamás, siempre hay cosas que intentar”.
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